viernes, 31 de julio de 2009

POLÍTICA Y OROTGRAFÍA

Nada más desolador que encontrar textos de algunos políticos en correos electrónicos, en Facebook o simples comunicados. Se evidencia en ellos una ignorancia navegable en el tema de escribir con corrección. La rampante falta de ortografía no deja lugar sino al rechazo y naturalmente a hacernos la pregunta de cómo líderes o dirigentes de alguna prestancia se asoman a ese abismo detestable con tanta frecuencia. Podría aducirse que la ligereza con que se redacta los lleva a esas equivocaciones, pero en el fondo no es más que el manejo diestro de la imperfección. Lo primero que se advierte es la falta de lectura- a lo que pocos dados son-, porque su mundo se reduce al manejo pragmático de los votos y las simpatías, a ofrecer algunas ideas que supuestamente son originales, a convertirse en muy simpáticos sobre todo antes de elecciones y a cometer incluso faltas de ortografía conversando. Qué lejos se encuentran de aquella clase política culta de otros tiempos donde el manejo del idioma, la lectura y la escritura, la acción de sus planes y programas sintonizados con lo internacional y lo local tenían protagonismo. Recuerdo a simples dirigentes comunales, concejales o diputados para no ir más lejos, cuyo buen gusto en el decir y el escribir se notaba. Hoy, lo que queda claro, es que estamos en manos de mediocres y así resulta su acción en el cargo que obtengan. Debería realizarse una campaña de alfabetización para esa clase política que brilla en tierra de ciegos, obligarlos a que lean por lo menos los periódicos y una que otra revista, la costumbre crea buena ortografía, y a que entiendan que no es el título profesional que ostentan en su hoja de vida porque el hábito no hace al monje y sí por la maleta se conoce al pasajero. Esa necesaria higiene escritural y mental que deben cumplir, los podría llevar a no decir una cosa dentro de otra sino a una seguida de la otra para la claridad de las ideas. Los ve uno cantinflescos en sus intervenciones. El panorama que se avizora es decadente y por encima de las simpatías se despiertan deseos de engrosar el cada día más abrumador número de abstencionistas. Ahí sí como diría Joseph Heller, escritor norteamericano, en esta vida algunos hombres nacen mediocres, otros logran mediocridad y a otros la mediocridad les cae encima. Lo triste es que al fin y al cabo terminan triunfando porque la edad moderna representa la victoria colectiva de estos personajes.

lunes, 27 de julio de 2009

EL VIAJE DEFINITIVO DE JAIME MEJÍA DUQUE

Reconstruyo ahora el año de 1973 en Ibagué cuando invitamos al ya connotado ensayista Jaime Mejía Duque. Vino con su calidez de siempre a desarrollar un intenso seminario sobre literatura rusa durante una semana. Para entonces nos habíamos organizado los profesores de literatura de varios colegios y los estudiantes de la materia en la Universidad del Tolima. Traíamos por nuestra cuenta grandes figuras de la crítica y escritores paradigmáticos que conversaran con nosotros y nos contaran de su experiencia con la enseñanza, los libros, la creación y los viajes. Inclusive fundamos una librería en un local amplio e independiente que nos cedió papá de su almacén de muebles en la carrera quinta con catorce. Fue un epicentro académico que sin aspavientos cumplía la tarea de promover el amor a la lectura en nuestros estudiantes, cuando gente como yo cruzaba apenas la barrera de los 26 años. Esa semana el maestro nos impactó por su sabiduría y nos dejó enganchados para leer lo que no habíamos leído de los clásicos rusos. Después fue usual invitarlo cada cierto tiempo y con frecuencia nos tropezábamos en encuentros de escritores, en mesas redondas, en lugares de tertulia en Bogotá. De aquel episodio inicial a hoy han transcurrido 37 años. Por marzo de 2008 cuando lo visité en su casa en compañía de Álvaro Medina, expresó su gusto porque su primera novela en Colombia apareciera en la colección que Pijao hizo de 50 autores nacionales. Fueron varias horas escuchando su voz cadenciosa, sus recuerdos de Aguadas en Caldas donde había nacido en 1933 y la grata estación en su biblioteca donde nos fue mostrada una colección de por lo menos doce libros inéditos. Se trataba de un trabajador incansable y apasionado cuya vida entregó a la docencia, la edición de libros, la escritura de artículos para diversas revistas de América Latina y el oficio de conferencista con embrujo porque era un intelectual profundo y analítico. Esa vez nos dijo que estaba cansado del mundo andino donde sólo las montañas estaban al frente y que en algunas semanas se trasladaría a Santa Marta del todo porque deseaba ver el mar en forma permanente. Allí murió de un infarto fulminante interrumpiendo su existencia el viernes a los 76 años. Desafortunadamente, como me lo señala Cecilia Caicedo en un correo de respuesta sobre la noticia que difundí entre mis amigos escritores, como aquí la cultura no tiene registro, mueren escritores sobresalientes y no pasa nada. Pocos medios hicieron eco a la noticia suministrada en primicia por el escritor y periodista Gustavo Álvarez Gardeazábal, a través de "La Luciérnaga", de la cadena radial Caracol. De todos modos en los círculos de la intelectualidad se deploró profundamente su desaparición. El escritor y crítico literario caldense, abogado y catedrático universitario fue colaborador de suplementos literarios de El Tiempo, El Espectador, El Colombiano y La Patria. Entre sus obras figuran Literatura y realidad, Mito y realidad de Gabriel García Márquez, La Vorágine o la ruta de la muerte, narrativa y neocoloniaje en América Latina, El otoño del patriarca o la crisis de la mesura, Contraseña, Isaacs y María, El hombre y su novela, Ensayos, La narrativa de Manuel Cofiño, Bernardo Arias Trujillo: el drama del talento cautivo, Tomás Carrasquilla, El nuevo Diógenes y otros poemas, Los pasos perdidos de Francisco el Hombre, Evocación de Azorín. El crítico independiente y certero perteneció al grupo de Consigna junto a Jorge Mario Eastman y Darío Ortiz Vidales y fue en la Cámara de Representantes el artífice de la Colección Pensadores Políticos. Su inesperada muerte nos priva de un contertulio inigualable, un hombre bueno y un intelectual que sin alardes demostró su saber intelectual.

viernes, 17 de julio de 2009

OSCAR PERDOMO GAMBOA O LA NUEVA REVELACIÓN LITERARIA

No se avizora dentro del panorama de la nueva narrativa del Tolima un grupo amplio de nombres que pudieran señalarse como representativos en el campo del cuento y la novela. Si bien es cierto que por lo menos cada semana se tropieza uno con nuevos libros, la calidad desafortunadamente lejos está del talento y el profesionalismo. Distantes parecen los tiempos en que una generación de por lo menos diez autores figuraba de manera continua en los medios de comunicación y en el merecimiento de concursos prestigiosos tanto en lo nacional como en lo internacional. Lo claro es que su categoría literaria sigue vigente pero ya se trata de escritores que sobrepasan los 50 y los 60 años. Respecto a las novedades, el facilismo, la improvisación, la superficialidad, el arribismo literario y la pose de intelectuales entre comillas, no permite que sus egos quepan en el universo, contrario a lo que realmente escriben con altas dosis de mediocridad. Sin embargo, no faltan las perlas y las excepciones luminosas como es el caso de Oscar Perdomo Gamboa. Este ibaguereño que nació en 1974, es un Comunicador Social de la Universidad Autónoma con Maestría en Literatura colombiana y latinoamericana, al tiempo que lleva cinco años como docente de diversas universidades de Cali, donde inclusive fue premiado como profesor distinguido en el 2008 en la Universidad Autónoma de Occidente. Pero lo que importa aquí es señalar que su primera novela titulada Hacia la Aurora obtuvo el Premio Jorge Isaacs en 1988 cuando apenas contaba con sus primeros 24 años y fue reeditada en el 2005. Hoy, a sus 35, se proyecta como uno de los nuevos y valiosos valores de la literatura colombiana y como un representante del Tolima en esas fauces. De allí que Caza de libros decidiera publicar de manera masiva para su programa de Club Lector un nuevo libro suyo titulado De cómo perdió sus vidas el gato, texto ingenioso, lleno en esencia de fantasía que divertirá a todas las edades. En el 2008 apareció su segundo libro titulado Ella, mi sueño y el mar, una búsqueda de la idea de recrear algo del romanticismo, tesis de su maestría. El texto que navega en un mundo de quimera con sirenas, seres de aire y de piedra, que incluye conversaciones con los hermanos Grimn, Tolstoi y El Quijote, tiene en su tercera parte un narrador que asume y dice que Oscar Perdomo ha muerto rompiendo el encanto de la ficción y encarnándose así mismo con su cabello largo, amante de los comics, la música y la influencia del cine en su literatura. Sus personajes encarnan el heroísmo y sorprenden por las diversas personalidades que asumen. María Paula, por ejemplo, la protagonista femenina, canta e inspira con su voz y mientras él relata las historias ella le pone música. Pero va más allá evocando la guerra napoleónica, el imperio azteca, Sandokan, el tigre de Malasia, el fútbol, la música de los años 60-70 conversando con Pink Floyd. Dentro de la libertad del escritor, los cuentos transcurren en diversos escenarios. Maria Paula ha sido creada en el Japón y se entrena como samurai al tiempo que Oscar se ha hecho espadachín en Verona como perdonavidas. Las transformaciones se notan más en la segunda parte donde Oscar es un ser rocoso que siembra las flores de abajo hacia arriba. Se trata entonces de un nuevo estilo y una nueva voz que unida a la de Carlos Flaminio Rivera, Carlos Pardo Jr, Carlos Andrés Oviedo y Leonardo Mora, van realizando el cuadro de los nuevos narradores colombianos nacidos en el Tolima. Ya era tiempo de un resurgir, porque tanto en la literatura como en la política misma estamos viviendo de los paradigmas del pasado.
La

El poeta Germán pardo García y su colegio en Ibagué

El poeta Germán Pardo García sólo estuvo en tres ocasiones bajo el cielo de Ibagué. El tiempo de su nacimiento cuando su padre era el Presidente del Tribunal Administrativo del Tolima como magistrado, la vez que viajó siendo muy joven a conocer el casi diminuto ataúd en que iban a enterrarlo y la mañana en que llegó por última vez envuelto en un pequeño osario convertido en un montículo reducido de cenizas. Fueron pocos meses de su estadía en la capital del Tolima porque su padre fue trasladado a Bogotá y apenas tres días al llegar donde sus familiares para ver directamente en qué iba a terminar por la mielitis crónica y mortal que le decretaron los médicos. No imaginó que sus restos terminaran en esta ciudad y mucho menos en un osario ofrecido por la curia en el cementerio central. Vivió en ciudad de México durante la mayor parte de su vida y fue allí donde construyó su obra y su prestigio. Más de cuarenta y cinco libros fueron otorgándole los pasos para llegar a la cima y las publicaciones de su revista periódico Nivel lo mantuvieron en el activismo cultural, independientemente de su tarea disciplinada como profesor universitario. Lo visité junto a otros escritores en la calle del Río Neva entre ríos y ya dentro de su apartamento donde no recibía a nadie, examinamos su pulcritud y su enorme soledad. Tanto al periodista Jorge Eliécer Barbosa como al escritor Humberto Tafur y a mí, nos entregó el grueso volumen titulado Apolo Pankrator que resumía buena parte de su obra. Con su dedicatoria y sus palabras supimos que ir a México había valido la pena. Lo había leído poco pero me entusiasmé con la lectura de su obra parecida materialmente a un enorme diccionario Larousse. Realicé para entonces una antología que perdí y que tengo deseos de reelaborar con su relectura. Tiempo después llegué a la burocracia cuando tenía tan sólo 32 años y al tener la ocasión de bautizar un colegio no dudé en ponerle su nombre. Lo demás es de dominio público y el Pardo García es una institución de gran valía. Hoy veo que han pasado treinta años y que tanto su obra como su nombre y apellidos figuran fulgurantes por la tierra que lo vio nacer. Veo con alegría que hoy por hoy tienen a un rector dinámico amigo de la cultura que sabrá emprender las acciones para que estemos allí contándole a las nuevas generaciones parte de la historia de un poeta digno de alabanza.