Carlos Orlando Pardo
El Tolima ha sido tan descuidado en su tradición, que hace poco más de un lustro nadie sabía cuándo era su cumpleaños. Gracias a la tarea intensa de la Academia de Historia del departamento pudo saberse con precisión y entender que encarnando un pueblo joven contamos con los antiguos vicios de los viejos sin su altura ni su desarrollo. Ahora, el gobierno de la tierra firme ha decidido, en aras de romper el centralismo, conmemorar este aniversario en poblaciones que como El Líbano, centro cafetero y cultural, terminan siendo el eje con la presencia de los municipios del norte. No deja de ser estimulante esta excelente medida en una fiesta donde vivimos la música, las danzas, la pintura y la integración, acompañada de reflexiones ante la crisis cafetera que por el clima y la roya han sumido al sector en la derrota. Fue positiva esta gran idea de Oscar Barreto, quien además estuvo tajante en señalar de qué manera es en la provincia donde se teje la maraña de nuestra grandeza pero también donde se encuentran las necesidades. Y no ha sido gratuito su valeroso planteamiento porque también lo dijo en tono vehemente que compartimos, de qué manera nuestros pomposos gremios piensan y gobiernan desde los clubes y cocteles en unas tareas que sólo contribuyen a algunos sectores de Ibagué, olvidando la existencia de otros lugares del Tolima. Ya era tiempo, como lo hizo Alberto Santofimio en una época, que se le pegara una bofetada al rostro de la presunción, la vanidad y la élite mediocre que tanto tiempo ha mantenido bajo su égida de privilegios el destino de la tierra. Los famosos encuentros de tolimenses, por ejemplo, no han pasado nunca de ser un catálogo de buenas intenciones y de una amplia aparición en las páginas sociales del diario que los privilegia, a más de aburridos documentos que nos recuerdan nuestra realidad pero que con sus falaces propuestas parece que desaparecieran como por arte de magia y como si cumplieran el papel de Hechizada al mover la nariz para cumplir la magia de las apariencias. Se hace necesario construir otro Tolima desde la realidad y sin exclusiones, sin la mirada desdeñosa hacia la pobreza y la desprotección, sin el tufillo de creerse los dueños del mundo y el conocimiento, sin su fácil manía de despreciar todo lo que no salga de sus fauces como si de ellas se desprendiera el mejor bostezo de Dios. Es importante saber que ha llegado la hora de los replanteamientos y exigir una participación de todos, pero no para que se beneficien unos pocos sino esa gran mayoría abandonada de las mínimas condiciones para sobrevivir. De lo contrario el ruido sordo que se oye debajo de la tierra terminará siendo una amenaza más grande que el Machín, dando muestras de sus dientes afilados en la inseguridad que pulula, la insatisfacción que reina, el desprecio inclusive a la clase política con más de un 60% de abstención electoral y el rugido del desempleo que nadie ha sido capaz de disminuir ni desde los clubes ni sus juntas directivas ni de sus gremios que dan alaridos sólo cuando tocan de manera directa sus procelosos intereses.
CITO. "De lo contrario el ruido sordo que se oye debajo de la tierra terminará siendo una amenaza más grande que el Machín" AGREGO: Con esto,,usted lo dice todo. Pondré el enlace de su blog en el mío si está de acuerdo.. si lo está por favor hágamelo saber.
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